
Un verdadero divorcio entre el canto y la música y los recursos.
Carmen, como La Traviata, tiene ese tipo de arias que silban incluso quienes no conocen las óperas completas. Tan popular es la historia de la tabaquera de Merimée, que incluso hay un episodio de Los Simpson que la recrea. Era de esperar así que la versión presentada el fin de semana pasado en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, por Stefano Poda, se convirtiera en un acontecimiento sumamente atrayente. Atrayente sí, aunque francamente decepcionante, porque con el paso de los años las aptitudes de Poda como realizador han ido descuidando cada vez más la coherencia entre lo que se ve y lo que se escucha.
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